en Hungría, donde un periodista Laszlo Biro se dio cuenta de que la tinta que se usaba para imprimir periódicos se secaba rápido, dejando el papel seco y sin arrugas, lo que era genial porque escribir con pluma fuente o con la pluma y el tintero ya había fastidiado a la humanidad por siglos y ya estaban hartos. Trató de usar esta tinta de periódico con plumas fuente, pero la tinta era tan espesa que no podía bajar a la hendidura que tiene en la puntita la pluma. Entonces uniendo fuerzas con su hermano Georg, químico  desarrollaron una nueva punta, como la que tienen las biromes Bic que compramos en las librerías por cincuenta centavos. Patentaron su diseño novedoso, y se dieron cuenta de que no era tan novedoso.